EMILIO DE BENITO - Madrid
EL PAIS
En un laboratorio de Australia hay un ratón con cartílagos de tigre de Tasmania. El animal ha sido creado por científicos de la Universidad de Melbourne, y es el primer ser vivo que contiene genes de una especie que se extinguió hace más de 70 años. El tilacino o tigre de Tasmania (Thylacinus cynocephalus) era un marsupial carnívoro que no pudo soportar la presión humana ni la competencia de otras especies introducidas en su hábitat australiano. El último ejemplar murió en el zoológico de Hobart (Tasmania) en 1936. Pero varias muestras -entre ellas fetos obtenidos en 1866 tras el sacrificio de una hembra- fueron conservadas en alcohol. A partir de ahí se sacado el ADN, y, en colaboración con el profesor de genética molecular de la Universidad de Tejas, Richard Behringer, se han introducido en los embriones de ratón.
Los científicos australianos han recuperado el material genético que controla la creación de cartílagos (el gen Col2a1). Luego, inyectaron estos genes en el núcleo de las células de embriones de ratón de nueve días, y dejaron que se desarrollara. El resultado es un híbrido, con todos los genes de ratón y uno del tigre de Tasmania. El experimento ha sido publicado en la revista digital PLOS.
Pero aparte de estos guiños a la ciencia ficción, los investigadores creen que el trabajo puede tener aplicaciones en la ciencia actual. Podrían descubrirse propiedades de genes que la evolución ha eliminado, pero que tengan utilidad terapéutica para tratar enfermedades o mejorar especies.
La posibilidad de recuperar ADN de especies extinguidas lleva a pensar en la película Parque Jurásico y en la resurrección de dinosaurios. Algo muy lejano, pero que con cada avance científico parece menos irreal. El responsable del Banco de Germoplasma y Tejidos de Especies Silvestres del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), Eduardo Roldán, no evita la ironía cuando se le nombra. "La ciencia en que se basaba Parque Jurásico estaba muy bien pensada. Otra cosa es que se encuentre material genético bien conservado", matiza.
El trabajo hecho con el tigre de Tasmania "es una vuelta de tuerca más que demuestra que el ADN se conserva mejor de lo que pensábamos", dice Roldán. Él ha trabajado con híbridos de gata y lince para intentar salvar esta última especie, y afirma que hay científicos de Japón y Estados Unidos que han recuperado esperma de ratones congelados hace 10 o 15 años. Ello da un nuevo valor a las colecciones de los museos de ciencias naturales, que ahora se usan sobre todo "para establecer relaciones filogenéticas" (árboles genealógicos) de las especies.
La creación de híbridos no es ciencia-ficción. "Es el enfoque experimental que se usa hoy con el ARN mensajero [una copia del ADN del núcleo] de mamíferos, que se introduce en anfibios y se consigue que se expresen las proteínas. Éstas llegan a la membrana e incluso se recomponen los receptores celulares", explica. Así que siempre "queda la duda de que se pueda ir más allá. En ciencia no se debe decir que algo es imposible, porque luego el tiempo te puede hacer quedar en ridículo", sentencia.
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